Tras una larga espera, por fin se estrenó en nuestro país el pasado 18 de marzo lo último de John Woo, director famoso por algunas de las cintas de acción más populares y prestigiosas de las últimas décadas (véase ‘The Killer’, ‘Hard Boiled’ o mi favorita, ‘A Better Tomorrow’). Tras un período en Estados Unidos que en general y siendo amables podríamos catalogar como “para olvidar”, Woo regresó a China para emprender un proyecto gigantesco, una superproducción que adapta a la gran pantalla la obra ‘El romance de los tres reinos’ escrita por Luo Guanzhong. La expectación era máxima, y no decayó ni siquiera cuando se supo que el realizador no podría contar finalmente con el súper-reparto que se anunció en un principio (Zhang Ziyi o Andy Lau no llegaron a firmar y Chow Yun-Fat se marchó ya iniciado el rodaje).
Sin embargo, la alegría de los que esperábamos la llegada a los cines españoles de este mastodóntico film se viene totalmente abajo cuando descubrimos que se ha recortado de manera increíble. ‘Acantilado rojo’ (‘Chi bi’ o ‘Red Cliff’) se estrenó en China dividida en dos partes, que duran en torno a ciento cuarenta minutos cada una; la primera se pudo ver en julio de 2008 y la segunda en enero de 2009. O sea, que el total es un drama épico de más de cuatro horas y media. Pero nos llega a España tarde y mal, reducida a menos de dos horas y media. ¿Se le puede quitar casi la mitad del metraje a un película y que no se note, que no resulte una chapuza? Puede ser. Pero no es el caso de ‘Acantilado rojo’.
Un montaje nefasto
Esto queda patente desde el mismo principio, desde la primera secuencia, y cualquiera lo notará enseguida, sin saber que el original dura mucho más tiempo, que se ha utilizado la tijera de manera indiscriminada, de forma absurda, incluso idiota. Porque hay que ser idiota, o no tener ni la más mínima idea de lo que es una película, para cortar y resumir ‘Acantilado rojo’ como se ha hecho. La versión que hay ahora mismo en los cines se inicia sin la escena de los créditos, ya con el joven emperador Han recibiendo la visita del veterano y agresivo primer ministro, Cao Cao, y en apenas un minuto se decide la invasión de los reinos del sur y el oeste, para unificar el país; entonces, de golpe, nos insertan el título como si fuera un puñetazo sobre la mesa.
No está mal, salvo porque en medio de la discusión entre el emperador y el ministro nos insertan planos de un pajarillo asustado que sale volando. ¿A qué viene eso? Bueno, en la versión íntegra, el animal entra al palacio antes de que lo haga Cao, y respondiendo a la llamada de Han, se posa a su lado. Es una escena que sirve de contraste a lo que sucederá después, además de presentar un claro símil entre el pájaro y el emperador. No es algo imprescindible que esto se muestre entero, quizá es más grave omitir la protesta de uno de los consejeros (que es ajusticiado), pero lo que no tiene sentido es intercalar planos del animal poniéndose nervioso en medio de la confrontación, sin venir a cuento.Pero la chapuza no ha hecho más que empezar. Durante toda la película hay personajes que aparecen de la nada y situaciones inexplicables, producto de recortes incomprensibles. Por poner un ejemplo, vemos que la princesa Sun quiere combatir junto a su hermano, pero es rechazada por ser una mujer, zanjando sin más el asunto; sin embargo, poco después, encabeza un pequeño grupo de soldados que sirven de cebo para que el ejército de Cao caiga en una trampa. ¿Qué hace ella ahí? ¿Es que lo de antes era una absurda estrategia para engañar al espectador? Ni mucho menos. No quiero destripar el final, aunque sea fácil de adivinar y el montaje que está en los cines sea un caos, pero igualmente es lamentable que haya una escena en la que se refieran a un potro, y no nos hayan revelado antes de dónde sale el animal ni por qué es importante para los personajes.
En fin, hay incontables atropellos (lo del tigre o el robo tampoco aparece), la única recomendable es no pagar la entrada y esperar al DVD, porque seguro que editan la versión íntegra, tarde o temprano. Vamos, quiero pensar que lo harán. Si no, ya sabéis perfectamente dónde buscar. Por otro lado, éste no es más que mi punto de vista, mi compañera Beatriz no echó en falta nada y encontro divertido el film del modo que nos ha llegado.
Una narración soporífera
De todos modos, cuesta hablar bien de ‘Acantilado rojo’, recomendarla incluso sin tantos cortes. Claro que siempre podemos quedarnos con lo superficial. Quiero decir, como puede verse en el tráiler, y siguiendo el camino marcado por Ang Lee y Zhang Yimou (cineastas mucho más interesantes y completos que Woo), se nota que han gastado mucho dinero en esta producción (dicen que ha costado más de 80 millones de dólares), la recreación de la época histórica es impecable; el vestuario, los decorados, el atrezo y los escenarios naturales contribuyen a trasladarnos a un pasado y un lugar remotos. Uno puede contentarse con eso, o con la correcta labor del reparto, en el que encontramos al siempre espléndido Tony Leung Chiu-Wai (como Zhou Yu), Takeshi Kaneshiro (Zhuge Liang), Chang Chen (Sun Quan), Zhao Wei (Sun Shangxiang), Zhang Fengyi (Cao Cao), Shido Nakamura (Gan Xing) o la modelo Lin Chi-ling (Xiao Qiao), sin duda una elección muy poco acertada, no hay química alguna con Leung.Pero todo se viene abajo cuando empieza la acción. Es un desastre. Y el problema es que media película (aproximadamente) son combates, a gran y pequeña escala, así que media película se hace insufrible. John Woo, considerado un maestro del género en las décadas de los 80 y 90, se muestra incapaz de ofrecer ni un solo enfrentamiento emocionante, violento y espectacular. Su trabajo es sencillamente bochornoso comparado con ‘Tigre y Dragón’ y ‘Hero’. Como en la gran mayoría de películas que incluyen secuencias de acción, es imposible seguir nada de lo que ocurre. Todo se despacha con recursos de videoclips, montaje acelerado y primeros planos de los combatientes. El resultado es que no se ve nada.
La mayor parte del tiempo lo que hay es mucho ruido e imágenes fugaces, muchas de ellas a cámara lenta. Casi todo son planos cortos, trocitos mal encadenados en los que se nos muestran diferentes situaciones: alguien golpeando, alguien recibiendo un impacto, caída del caballo, alguien saltando, una patada cuyo impacto levanta polvo, alguien escupiendo sangre, alguien recibiendo un flechazo… Tenemos un abanico de postales y el director las va poniendo todas, sin orden ni criterio. El colmo es que ni siquiera se mantiene la posición de los ejércitos; hay continuos saltos de eje, en un plano los enemigos están a la derecha, en otro a la izquierda, en otro vienen de arriba… La planificación de las batallas es lamentable. Por otro lado, me parece un error garrafal recurrir tanto a planos aéreos para mostrar la formación de combate o para pretender impactar con la cantidad de soldados implicados, ya que los efectos visuales cantan muchísimo. Es que te saca de la película, no se ve real.Tampoco encuentro nada acertada la forzada inclusión de los típicos elementos del cine de John Woo. El realizador, en lugar de adaptarse al terreno y narrar con humildad y esmero la compleja historia que tiene entre manos, trata de lucirse constantemente, regando ‘Acantilado rojo’ con escenas y momentos que nos remiten a sus anteriores trabajos; tenemos la pesada cámara lenta, las inevitables palomas, las piruetas imposibles, las relaciones de amistad rondando la homosexualidad e incluso una escena en la que varios personajes se apuntan entre sí, cambiando las pistolas por espadas (aunque lo más cómico es, desde luego, la resolución). En definitiva, esta Troya en China es una fallida propuesta de bonito envoltorio pero carente de espectacularidad y emoción, que acaba resultando aburridísima, porque no interesa lo que ocurre. Una lástima.