40 años de cine y 12 millones de dólares separan la versión que George A Romero hiciera en 1973 con el remake que Breck Eisner presenta estos días en la cartelera cinematográfica. En medio, los avances técnicos, la capacidad artística del director con el paso de los años y sus experiencias profesionales, además de unos actores, unos efectos especiales y técnicos superiores entre una y otra versión de The crazies.
Un remake con carta blanca y una libertad para realizar una adaptación poco rigurosa del original, que inspirada en ella, ofrece un producto nuevo divagando entre lo original o el remake, con sus ventajas e inconvenientes: un producto simple, académico y sin apenas riesgo artístico cumple los parámetros mínimos de aquellos que se dedican al séptimo arte y conocen perfectamente la teoría artística. La historia también presenta unos mensajes alegóricos, críticas o comentarios sobre la sociedad actual, siendo el ejército el peor parado en un guión escrito por Scott Kosar y Ray Wright.
característico de su autor y que ha dado lugar a todo tipo de versiones de películas de zombis, porque aunque cada vez se les dé un nombre diferente por distintas excusas, el espectador ya sabe que se trata de un género de terror de zombis.
Este regreso al mundo de los zombis, tiene más cosas positivas: el sonido tanto directo, como banda sonora acompaña con perfecta sincronía las escenas y momentos despertando sensaciones e intensas que se mantienen en vilo hasta la entrada de los títulos de crédito.
En resumen: un clásico de calidad, reconvertido en un producto digno con unos protagonistas y director poco habituales en la gran pantalla consiguen una película de terror para tener en cuenta, además de pasar un poco de miedo y tensión con una historia buena y un trabajo digno de disfrutarlo.
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