En su tercera película como director, J.J. Abrams ha desarrollado un proyecto tan personal como deudor del espíritu de las obras de la primera etapa de Steven Spielberg como “Close Encounters of the Third Kind” o “E.T.: The Extra-Terrestrial”. Está claro que las expectativas creadas por “Super 8” eran altas y grandes, pero debo decir que, por lo menos a un servidor, no sólo las ha colmado, sino que las ha superado con creces.
J.J. Abrams ofrece una montaña rusa de sensaciones, emociones y sentimientos en la que hay sitio para el drama y el humor, la ciencia-ficción y el terror, la nostalgia y el enfrentamiento con los miedos de la sociedad actual, además de una propia lectura metacinematográfica. Lo sensacional de su propuesta es que si sólo quieres ver en “Super 8” una propuesta divertida para pasar el rato, un espectáculo pirotécnico para entretenerte, podrás verlo. Pero si te gusta ir más allá y buscar una relación entre lo que les pasa a un grupo de adolescentes cuando son testigos de un tremendo accidente ferroviario que deja escapar una fuerza incontrolable y la realidad estadounidense que se empeña en una cruzada contra el eje del mal, también lo vas a encontrar.
Y todo esto a través de una absolutamente impresionante y asombrosa reconstrucción que Martin Whist realiza, no ya de esos finales de los setenta, sino del particular universo que Steven Spielberg desarrollara tanto en su cinematografía como director a través de las obras anteriormente citadas, como en otras que produjera como “Poltergeist” o “Gremlins”. Una labor que consigue la coherencia perfecta gracias a la luz (y oscuridad) de Larry Fong, director de fotografía de varios episodios de “Lost”, así como de “300”, “Watchmen” o “Sucker Punch”.
Y qué decir de la magnífica labor de todos y cada uno de los componentes del reparto, los adultos y los niños, teniendo al frente a Joel Courtney en su primer papel cinematográfico y como compañera de reparto al auténtico monstruo de la película: Elle Fanning, que puede que la conozcamos de otros títulos recientes como “The Curious Case of Benjamin Button” o “Somewhere”, en la que ya brillara por encima de Stephen Dorff, pero que consigue dejarnos con la boca abierta en todas y cada una de las secuencias en la que aparece. Carismática, misteriosa, sensible, emotiva, Elle Fanning se revela definitivamente en “Super 8” como un auténtico animal cinematográfico que no sólo cautiva la cámara, sino que les roba el plano a todas y cada una de las criaturas con las que lo comparte, ya sean humanos o extraterrestres.
Puede que en estos momentos esté escribiendo con mi adrenalina exaltada y desbocada. Es cierto que el último tercio de la película quizás pierda un poco de ritmo. Pero es que, aparte del hecho de que J.J. Abrams consigue emular a su mentor sin caer en sus excesos sensibleros, me he quedado completamente asombrado de que los mejores momentos de “Super 8” no sean, precisamente, esas espectaculares secuencias llenas de acción y efectos especiales, sino las más íntimas, aquellas en las que se desarrolla la trama que une a Joe Lamb (Joel Courtney) y su padre con Alice Dainard (Elle Fanning) y el suyo. Traumas que comparten con todo el pueblo estadounidense y que no podrán superar hasta que no entiendan que el enemigo sólo es enemigo hasta que le tiendes la mano.
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viernes, 24 de junio de 2011
“Super 8” y sus extraordinarios valores añadidos
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