-
10101010

lunes, 16 de enero de 2012

Review: La última noche de la humanidad

El cine nunca deja de sorprender, ya sea para bien o para mal, siempre hay algo que decir sobre el séptimo arte y La última noche de la humanidad me dejó completamente sorprendido. ¿La razón? Hace mucho tiempo que no veía una película en la que nada funcionara. Así de simple, NADA –con mayúsculas– funciona aquí.

La poco original trama va sobre la línea de una invasión extraterrestre que planea destruir la Tierra y cuatro jóvenes que intentarán sobrevivir. El único elemento novedoso es que la acción sucede en Rusia y no en Estados Unidos, pero fuera de eso, es cliché tras cliché. Los valientes personajes que sobreviven, sus historias nada relevantes, un pequeño romance que nace del caos, sus intenciones… todo lo hemos visto antes.

Las actuaciones son impresionantemente débiles, al punto que logran que Emile Hirsch –quien ha demostrado ser un gran actor en otras ocasiones– haga el peor papel en su carrera. Ni qué decir de los demás actores, ninguno demuestra emociones reales y son completamente unidimensionales. Esto también tiene que ver con la dirección; Chris Gorak demuestra que es bastante nuevo (éste es su segundo largometraje, el primero con una producción grande) dirigiendo actores y el resultado es aún peor gracias a la poca experiencia de la mayoría del elenco.

En este tipo de películas de “desastre” uno, cuando menos, espera un buen espectáculo de efectos especiales que sea entretenido, aquí tampoco se obtiene eso. Los efectos para mostrar las diversas destrucciones no son ni buenos ni malos, son de hecho irrelevantes, pero lo terrible está en el 3D, que no sólo es casi inexistente durante toda la cinta, además está mal producido. Los elementos interactivos de la tercera dimensión nunca se notan y cuando deberían ser notorios, es como si hubiera un vidrio entre la audiencia y la cinta… pésimo. Vaya, hasta lo que debería ser emocionante no lo es, pues sus criaturas extraterrestres son invisibles durante casi toda la película y cuando finalmente podemos verlos, el resultado es absolutamente negativo –tal vez hubiera sido mejor que fueran invisibles siempre.

Posiblemente lo peor (está muy difícil decir qué es lo peor) es el guión, que no tiene gracia alguna. En ningún momento hace que nos interesen los personajes, la historia no tiene ningún elemento original, cae en situaciones absurdas constantemente –como el hecho de que mágicamente todos en Rusia hablan y entienden el inglés–, sus diálogos buscan ser joviales y graciosos, pero terminan siendo trillados y molestos y el final… el final me dejó sin palabras, lo que sucede en ese punto de la película es para llorar, pero no lo revelaré para los que la vean.

En fin, La última noche de la humanidad –que por cierto, no sucede en una noche, sino en varias, pero bueno– es de esas películas tan malas que si alguien la cuenta, es increíble. Sólo nos queda esperar que no sea un ejemplo de cómo viene el año cinematográfico, pues si es así, Roland Emmerich y los mayas tenían razón: verdaderamente es el fin del mundo.