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sábado, 8 de octubre de 2011

“Abduction”: las caras y poses de Taylor Lautner

Si podemos considerar “Twilight” como el paradigma romántico de cualquier adolescente de sexo femenino, sin duda “Abduction” sería la fantasía que cualquier adolescente con ganas de llamar la atención de sexo masculino estuviera deseando le sucediera. Descubrir que los que dicen ser tus padres no lo son, que tú no eres quien creías ser y que encima eres la pieza clave de una conspiración internacional, además de tener como terapeuta a la mismísima Ripley (Sigourney Weaver), y superar toda una serie de obstáculos en los que tienes que enfrentarte contra una banda internacional, o incluso los servicios de inteligencia de tu propio país junto a tu vecinita de enfrente, a la que siempre deseaste: no tiene precio.

Pero mientras Stephenie Meyer construye sus fantasías a base de metáforas tan de moda hoy en día como vampiros y hombres-lobo, Shawn Christensen, guionista de “Abduction”, lo hace a base de obviedades trasnochadas y anticuadas que hacen más que increíble su propuesta. De hecho, no me extrañaría nada que entre sus placeres culpables encontrásemos un título tan popular en los años ochenta entre los adolescentes como “Gotcha!”, en la que un adolescente se encontraba envuelto en una trama de espionaje internacional tras ser el objetivo de una auténtica femme fatale a la que le interesaba precisamente porque era virgen.

Salvado el escollo de la verosimilitud y credibilidad del argumento que no se sostiene en ningún momento, no debemos quitar importancia al buen hacer de un director en sus horas bajas como parece ser John Singleton. Si comenzara su carrera con películas mucho más auténticas y reivindicativas como “Boyz n the Hood”, “Poetic Justice” o “Higher learning”, vuelve a la dirección cinematográfica después de algo más de un lustro que se estrenase su anterior película, “Four Brothers”. Cualquiera diría que le ha pasado casi lo mismo que a Michael Jackson, que empezó siendo negro, pues parece lo mismo que le ha pasado a la filmografía de Singleton. Por lo menos consigue colar un personaje de color en un filme enteramente banco.

Qué decir de Taylor Lautner, que ya se cree el nuevo héroe de acción del momento. Pues que por el momento si en la ficción Robert Pattinson se queda con la chica, en la realidad y cinematográficamente hablando, le sigue ganado la partida. Casi le diría que se fuera a visitar a una terapeuta de verdad para que pueda trabajar en colaboración con su agente y su entrenador personal, más que con su profesor de interpretación, que no sé si podrá hacer mucho más por él, aparte de enseñarle a poner alguna cara y pose más. Desde luego no es su trabajo como actor uno de los factores que ayudan a terminar de ver la película, sino el gran esfuerzo de secundarios como Sigourney Weaver, Alfred Molina y, sobre todo, Maria Bello, que son capaces de aportar una mínima credibilidad a un argumento casi más de ciencia ficción que de acción.